En los últimos dos años nos vimos obligados a enfrentarnos a nosotros mismos. Empezamos tratando de olvidarnos del encierro con recetas nuevas, ejercicio en casa y hasta videollamadas. Hicimos lo posible por ignorar la soledad que producía el aislamiento. Finalmente, no nos quedó más opción que mirar al espejo y aprender a convivir con la persona que somos realmente.
Pero, ¿Quién soy?
Hay muchos factores que conforman quienes somos. Al entenderlos, podemos alcanzar nuestra mejor versión y ser fieles a nosotros mismos.
Todos creemos que sabemos responder esa pregunta tan fácil y, sin embargo, con tanto misterio a la vez. Soy Juan, o soy periodista, o soy albañil. Soy la mama de María, la esposa de Mariana… y cuantas veces nos quedamos allí. Nos definimos por quienes somos en relación a otro.
Algo de cierto hay en esas respuestas. Parte de nosotros es quien somos para alguien más, para una sociedad; pero nuestra esencia es siempre la misma. Es parecido a que Brad Pitt a la misma pregunta nos dijera soy John Smith, un agente que está casado con Jane y que descubre que su amada es también una espía de dudosa lealtad. Nos quedaríamos sorprendidos y diríamos se olvidó de él y se convirtió en el personaje que alguna vez interpretó.
Así como un actor siempre es el mismo, a pesar de los tantos personajes que representa a lo largo de su vida, nuestra alma siempre es la misma a pesar de las infinitas vidas que elige encarnar para vivir nuevas experiencias y nuevos aprendizajes en su camino evolutivo.
¿Cómo queremos entender qué quiere nuestra alma, que caminos eligió, que aprendizajes y dificultadas trae consigo y cuáles nuevos quiere incorporar si ni siquiera conocemos a la versión que eligió vivir esta encarnación? Se requiere de valentía para ir despojándonos de tantos trajes y mascaras que vamos sumando a lo largo de nuestra vida. A veces por mandatos y creencias impuestos y otras porque no hemos hecho un trabajo profundo en anteriores encarnaciones y toca pasar por ellos de nuevo.
¿Cómo podemos conocernos?
El momento de nuestro nacimiento es clave para empezar a conocernos. La Carta Natal nos cuenta sobre qué personajes comandan la nave. El Sol es nuestra esencia, nuestra expresión más espontánea y que solemos ver en los chicos chiquitos, que se animan a mostrarse como son y sin miedo al ridículo. La Luna representa nuestra manera de sentir; Marte nuestra forma de luchar por lo que queremos; Venus nuestros gustos y preferencias a la hora del placer; Mercurio las cosas que nos gusta aprender y comunicar; Júpiter es nuestro personaje que le gusta salir a explorar nuevas culturas o conocimientos más profundos; Saturno el que nos limita y tantas veces nos provoca miedos e inseguridades; Neptuno nos conecta con nuestra parte soñadora, compasiva y a veces evasiva y, Urano es nuestro personaje que se siente distinto y necesita el cambio constante. Por último, Plutón representa es parte que disfruta de controlar y tener poder sobre las cosas o sobre los otros.
Este pequeño esquema de los planetas en nuestra Carta Natal nos da una idea más clara de por qué a veces podemos ser tan contradictorios y no entendernos, perdidos en un mar de confusiones que nos llevan a la rueda del hámster una y otra vez.
Por otra parte, estamos a costumbrados a pensar que somos así porque heredamos a mamá o papá, y la verdad es que ¡esto no es así! Como almas, elegimos antes de encarnar que aprendizajes tendremos y quienes nos acompañaran en el viaje. Por eso, creemos que heredamos de papá el amor por los viajes, y en realidad al mirar nuestra carta natal descubrimos que traemos mucha energía de Sagitario y por eso nuestro amor por la aventura y el conocimiento a través de otras culturas o filosofías de vida. Podemos creer que heredamos de mamá el amor por los libros, y la realidad es que en nuestra carta, seguramente al igual que en la de ella, Mercurio es un planeta dominante por casa, signo o aspectos.
Entonces, si nos conocemos a nosotros mismos podemos empezar a diferenciar que es verdaderamente nuestro, y qué son mandatos y creencias del afuera.
Si a los personajes internos (planetas) sumamos qué energías zodiacales son más influyentes en nosotros, empezaremos a entender porque nos comportamos de manera diferente en cada circunstancia: con los amigos, en la intimidad de casa, en el trabajo y así en cada área de nuestra vida. Toda esta información nos la dan las casas astrológicas y los signos zodiacales que hay en cada una de ellas.
Y después, ¿Qué?
Entender todo esto no soluciona nada, pero al menos nos da el puntapié inicial para empezar a bucear dentro nuestro y hacernos responsables del tipo de relaciones que tenemos (y que atraemos según nuestra necesidad de aprendizaje). Nos ayuda a entender nuestros miedos, a qué no nos animamos y cuál es el sentido de cada vivencia que tenemos. Y, como herramienta de autoconocimiento, es mucho más rápida que la psicología; que requiere de mucho más tiempo de charla y análisis para empezar a desenrollar la madeja.
Una vez desenrollada, cada uno elige el camino para encontrar respuestas y opciones en nuestro propio proceso de autoconocimiento. Algunos lo harán solos, otros con ayuda de terceros; optarán por psicólogos y las orientaciones que mejor se adapten a su forma de entender la vida, mientras que otros buscarán respuestas con terapias holísticas más en consonancia con el camino del alma. Así, los valientes (que no son otros que los que aún teniendo miedo, avanzan igual) se animarán a encontrar la respuesta a ¿Quién Soy?
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